Como parte del temario impartido
hablaré sobre la película de Suspense (1961) del director Jack Clayton. Una película
que deja un sabor agridulce, de frustración y de duda. Acaba con la
incertidumbre de saber quién, o quienes estaban inmersos en un mundo paralelo
de locura o posesión, los niños, o la institutriz. Esto es así ya que realmente
no somos conocedores de la totalidad de la historia sino que la película narra
los hechos a través de un filtro, la institutriz, sin darnos más opciones, más
versiones de esa misma narración.
Ahí radica el interés de la
película, que al igual que el libro en el que se inspira, hace de la ambigüedad,
la lectura más correcta, dónde las interpretaciones son varias y es entonces
cuando la magia de la imaginación vuela y hace la película o el libro más
personal o singular adaptándose a cada lector o espectador.
El miedo con el que juega el
autor es un miedo psicológico, en el que criaturas ingenuas, puras e inocentes
son hipotéticamente poseídas por espíritus. El miedo entre los miedos, el de
los fenómenos paranormales, todo aquello que no manejamos, que no sabemos, que se
nos escapa y nos es totalmente ajeno, aquello que nuestra razón no puede asumir
con mecanismos lógicos.
Un miedo posiblemente inculcado
desde el principio de los tiempos y llevado a su máximo auge en la Edad Media
cuando la iglesia católica había adquirido mucho poder y se valía de
sentimientos como el miedo y la culpa para retener, someter y explotar a la
población. Se imponía la obediencia, y el castigo si no cumplías con tus
obligaciones, que era el de morir con el dolor más horrible, y posteriormente
quemado vivo en el infierno; el poder eclesiástico amenazando con el
sufrimiento, nada más y nada menos que “eterno”, se valía para esclavizar a la
población de manera que así sustentase la ostentosa vida de los integrantes del
clero, pues estos pobres desgraciados pagaban diezmos y primicias de manera
regular de su habitualmente maltrecha cosecha quedando ellos y sus familias
desprotegidos y a merced de los avatares del clima para poder alimentarse.
Me impresiona cómo las personas
creían a ojos ciegos en la existencia de un dios, de un paraíso y un infierno
eternos, etc. Y preferían complacer a alguien o algo de lo que no tenían
certeza, mientras morían de hambre ellos, sus hijos, sus familiares y amigos…
Y es que, con la promesa de un
mundo paradisíaco, eterno y ultra terrenal incierto les bastaba para arruinar,
padecer y malvivir en el mundo terrenal, que era el que con certeza vivían, en
vez de disfrutar lo cierto, lo palpable…
Supongo que el contexto no era
fácil, y tampoco lo era el desentonar del resto, la importancia de asumir lo que
la mayoría dicta, ese rebaño etiquetado del que hablé hace unos días. Porque si
no lo hacías te quemaban en una hoguera y listo. Y así pasó con Copérnico por
ejemplo y con miles y miles de mujeres acusadas de brujería por la Inquisición.
Por otro lado y hablando de
tiempos más actuales, el miedo psicológico creo que es un sentimiento
intrínseco del ser humano, entendido como algo morboso y prohibido, muchos de
nosotros podremos recordar cómo veíamos a escondidas de nuestros padres con
nuestros hermanos y amigos películas de miedo, y cómo después nos pasábamos semanas con la luz
encendida por la noche porque temíamos que algo apareciese de la nada o qué sé
yo.
Sin embargo, evidentemente hablo
de un miedo de hechos inverosímiles incluso divertido visto desde la distancia.
Por ejemplo recuerdo que mi hermano estuvo semanas sin dormir tras ver Toy
Story, pensando que sus juguetes iban a cobrar vida…Y no puedo más que reírme
al recordarlo.
Otra cosa es el miedo a
situaciones reales, aquél que les sirve a
cierta élite empresarial y política, como antaño le sirvió a la Iglesia,
para someter, callar y controlar
nuestros pensamientos y acciones. Evidentemente este miedo no es divertido ni
lícito. Es un miedo a abolir, contra el que luchar, tal y cómo expone mi
compañero en su entrada.
Por último, pienso que los
temores siguen siendo los mismos más o menos a lo largo de toda la historia,
tal vez por la herencia social y cultural tan arraigada en el hombre criado en
sociedad. Principalmente los que recaen sobre lo intangible, lo que no logramos
comprender a través de la lógica de la razón.
Has comprendido la práctica. Muy bien escrita tu reflexión. Me ha gustado mucho...
ResponElimina