El anuncio utilizado para realizar mi
última entrada es una de las últimas campañas publicitarias de la marca
Dolce&Gabbana. Ellos dicen celebrar con este anuncio los valores más
profundos y genuinos del deporte y de la vida, de la mano del modelo Adam Senn.
Dicen que el deporte es equilibrio de la mente y el cuerpo. El deporte es
auto-desafío, una ruta a la aptitud. El deporte es competición, un momento
bonito para el sujeto y su adversario.
Pero dejemos de lado sus pretensiones y
vayamos al grano de la cuestión, al análisis y explicación de aquellas cosas a
las que hacen referencia.
En primer lugar hablar del destinatario del
producto ofrecido. En muchos casos los trabajos publicitarios buscan un tipo
muy concreto de cliente y van directamente a por él. Aquí todo es ambiguo, el
rango de edad en el que podría estar el cliente tipo no está claro, tampoco lo está
el sexo, ni la orientación sexual. Directamente se ofrece un producto para
hombres y mujeres jóvenes. El gancho sería el tema del deporte para los hombres
jóvenes heterosexuales y el resto de posibilidades las cubriría el fantástico
modelo.
El modelo adopta connotaciones claras tanto
de gladiador romano, tanto por el tono del pantalón como por el lugar dónde
está grabado el anuncio, el circo romano de Tarragona. También tiene
reminiscencias hacia la noción del deporte de la cultura griega, y aquí es
donde la referencia es más clara, ya que el protagonista adopta posiciones
deportivas que recuerdan a las de las esculturas de la época griega clásica.
Podría, por lo forzado de algunos movimientos acercarse hacia las figuras
escultóricas del helenismo griego, pero la figura del corredor, del lanzador de
jabalina… son posiciones características de este primer periodo griego.
Las distintas posiciones que el modelo va
adoptando no son aleatorias ya que se produce un proceso de acercamiento,
focalización al producto en cuestión. Primero el actor sale de las grutas del
circo, sale por los corredores laterales a la arena, donde antes de empezar a
enseñarnos qué va hacer, nos acercan la mirada a su sexo. Se llama la atención
del espectador para de repente dejarlo alejado del modelo, como un simple mirón
que no interactúa con el foco de su deseo. Tras esto se muestra parcialmente
una secuencia de movimientos gimnásticos, un desorden que de nuevo será
reconducido por la mirada fija y directa del actor, antes de finalizar con los
movimientos clásicos del doríforo, los movimientos de la carrera… Estos
servirán para desplazar la atención, haciendo creer el espectador que está
produciéndose una ascensión que termina en el cielo, en un lugar sagrado,
exactamente junto a la nueva fragancia.
Toda esta descripción no hace más que
acercar la visión del modelo al objeto, de acercarnos esa visión del
hombre-objeto, del hombre inalcanzable, o del modelo-ejemplo a seguir. Cabe la
posibilidad de que se pretenda incluso hacer creer que el producto acerca
nuestras posibilidades a los “valores” en el anuncio mostrados.
Ahora es cuando cabría decir aquello de que
estos no son valores reales, que la media de los hombres no somos como Senn de
perfectos, que esto no existe y no puede ser la referencia. En el caso de las
mujeres aún es más exagerado ya que muchas de las modelos están retocadas
estéticamente o sufren de enfermedades o trastornos alimentarios, y en muchos
casos podrían parecer de otra especie. Esto lo explicaré con un ejemplo claro,
el caballo y el burro son de la misma familia pero no son la misma especie.
Igual soy drástico, pero la verdad es que
no confío que exista ahora mismo ningún anuncio capaz de reflejar una realidad
social auténtica. Todo está camuflado, maquillado, retocado; todo es un
intentar parecer, un aparentar. La vida real no va de eso. Al menos así pienso
yo, las cosas han de ser más fáciles y sencillas.
Ahora después de haber escrito esta entrada
y recordando las anteriores me cuestiono todo lo escrito, y haciéndolo no hago
más que repetir mi actitud. Parece que todo sea una lucha contra el sistema,
contra lo que nos rodea, que detrás de la actitud crítica no haya más que eso,
crítica… No sé porque podrá ser toda esta negatividad que ha aflorado en alguno
de los textos pero prometo que ahora cuando termine los exámenes, y con ellos
el que consideran el peor curso de la carrera cerraré este ciclo de una manera
positiva. Porque realmente soy optimista.
Me ha encantado tu comentario: la descripción del anuncio y su reflexión. Lo cierto es que Dolce & Gabbana escoge con muchísimo cuidado los modelos para su publicidad. Reconozco que en este caso, que no conocía, es espectacular. Con eso se juega, indudablemente. Muy bien... Ah, y el pesimismo no siempre es malo, aunque siempre es preferible ser optimista.
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