dimecres, 22 de maig del 2013

Silencios que matan.

Es curioso, la cantidad de agobio y trabajo es directamente proporcional a mi capacidad de pérdida de tiempo... Aunque no todo en la vida va a ser proyectar...Os dejo por aquí...al final va a acabar gustándome esto del mundo blogger :)
 
 
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, en ese preciso momento el mundo cayó al suelo y se rompió en mil pedazos; ya no habían normas establecidas, ni cánones a seguir, empezó a imperar en aquella tierra el “sálvese quien pueda” mientras todo el mundo corría sin dirección ni finalidad, cuando el deseo transgredía las leyes éticas y morales, que una iglesia caduca y corrompida había inculcado tiempo atrás.
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, nada de eso importaba ya, una orgía desenfrenada de juego, sexo y alcohol inundaba el lugar, sin importar el quién, el dónde, el cómo ni el cuándo…El tiempo se había detenido y la razón ebria de los que allí se hallaban canturreaba una pegadiza canción que ayudaba a sacar los remordimientos y los malos augurios de dentro. Nada importaba ya, la vida anárquica le sonreía al sol todas las mañanas.
 
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, solo un silencio atroz permanecía dentro del pentagrama protegido con una blanda coraza de cartón, humedecida tras el intenso chaparrón; el silencio tenía los huesos entumecidos y estaba tremendamente asustado por el drástico y ensordecedor cambio del mundo musical. Sacando fuerzas del lugar más recóndito de su alma, salió de su guarida e intentó organizar los sonidos nuevamente en una melodía sensual y atractiva que llamase la atención del viejo director de voz grave; el silencio pretendía crear una obra nueva con un estilo fresco que parase aquella espiral hacia el abismo y le devolviese el entendimiento a la brillante batuta. Intentaba salvaguardar la poca cordura de las perturbadas cabezas de sus compañeras de compás, tras un tiempo de jolgorio y buena vida, todo había desfasado, y había llevado a las notas alteradas ya incluso con dobles bemoles a lo más sucio, bajo y rastrero, muertes, destrucción, peleas, incendios…, todo había mutado de tal forma que era difícil recuperar la bondad de las corcheas. Había llevado a los seres musicales a la más vil miseria desatando los instintos más crueles pues la cesura se había prolongado demasiado, el andante nunca llegaba y el silencio necesitaba ya becuadros de paz.
 
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, el director bohemio parecía ajeno a todo lo que pasaba en su pequeño mundo musical, pues éste estaba más preocupado por la joven soprano y por la verticalidad de su plica. El director ya no atendía a razones ni advertencias, se mostraba esquivo con el silencio en el que antaño confiaba, parecía cómo si su mera presencia incomodara al director de voz grave. Ya no podía leer en sus ojos, la magia se apagó como una cerilla sin fósforo. El director estaba sordo, ciego y mudo.
 
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, el silencio había sido el único que había permanecido en el pentagrama desierto, era aquel que jamás había fallado al director, pero su bondad no servía ya, el silencio y el director dejaron de entenderse, la diferencia de idiomas había sido más fuerte, había ahogado las pocas palabras y los tresillos sincopados que antaño se dijeron, el silencio desistió, solamente logró recomponer una melodía inacabada en clave de sol testigo del trabajo sin fruto, de los mordiscos de antaño, de los sueños que ya se habían convertido en humo.
 
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, el director continuó su cortejo a la mentirosa intérprete dejando de lado todo cuánto tenía, cegado por la embaucadora y aguda voz de la soprano, había sido más fuerte la atracción superficial de una noche de verano que la entrega sincera de años y años de su silencio, la batalla había llegado su fin y el silencio desistió, se rindió. Pues se dio cuenta que todo había sido un sueño, una sucia patraña de un mentiroso destino, un silencio no puede enamorarse de un hombre de carne y hueso, y así pues se unió al bucle de fiesta y desenfreno que gobernaba ahora esa tierra, fue absorbido en un vórtice de superficial y embustera diversión. Ya nada importaba.
 
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, el director fue engañado una y otra vez, sufrió celos hasta lo indecible, pues aquella soprano disponía de todo un harén a su alrededor. Y de pronto un día tras dar la vuelta en el jergón ella ya no estaba, se marchó, el director fue haciéndose viejo, las arrugas surcaban ya su frente y la comisura de sus labios, quizás por ello escapó sin dejar rastro abandonando al cortés director, por un tenor más alto, más guapo, más joven y con los ojos más grandes. Fue entonces cuando hizo balance de su vida, lamentablemente se dio cuenta de que no había sido feliz.
 
Cuando las corcheas salieron hastiadas del rítmico y rígido tiempo del metrónomo, el director de voz grave no aguantó más y lloró como un niño, recordó entonces a su servicial y amable silencio aquel que siempre había querido lo mejor para él, aquel que luchaba día y noche por verle sonreír, aquel con el que había compartido lo bueno y lo malo en su vida, aquel que al reír se le formaban dos hoyuelos graciosos en las mejillas, aquel amante imposible y callado… Esa noche se dio cuenta del gran error cometido, quería pedirle perdón y recuperarlo, quería a silencio a su lado para toda la eternidad. Entonces cogió un puñal y lo hincó con rabia abriendo su vientre de izquierda a derecha sin vacilar ni un momento, sin piedad. Sus vísceras caían al suelo, la sangre brotaba a borbotones de su boca y de la herida abdominal, y en sus ojos solo una expresión de paz. Fue entonces cuando el silencio y el director estuvieron juntos para toda la eternidad… solo había silencio en sus labios, silencio en sus oídos, silencio en su alma y silencio en su corazón.

1 comentari:

  1. A veces la gente me pregunta por qué pongo los blogs como práctica de clase. Por cosas como tu entrada sigo con ellos. Un lujo y un placer leerte. Gracias por compartir.

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